domingo, 6 de enero de 2013

Jorge Rojas, el cantor todoterreno

El neuquino ofreció un show espectacular y diverso en la segunda noche de Jesús María. Terminó en la madrugada del domingo, con sus fans resistiendo la lluvia.



Por Germán Arrascaeta

Jorge Rojas tiene el rasgo característico de los entretenedores talentosos: la ambición. Pero la ambición en el buen sentido, en el de "cuanto más podamos mejorar nuestro show, mejor". Y entonces no se guarda nada, no subestima ninguna parada. Y así le suma ritmos a su propuesta, complejiza introducciones, las amalgama con coreografías jugadas. También se empeña en que el ítem "puesta tecnológica" tienda a la última generación. Y trabaja obsesivamente su voz engolada, claro.

La segunda noche de Jesús María, que tuvo al ex Nocheros como atractivo principal, certificó que Rojas es un cantor que "va por todo" y que tiene para ofrecer un cóctel de ritmos diverso como para atender varias demandas. Rojas empezó como cantor de tierra adentro proyectado a los nuevos tiempos: empuñando guitarra, bajando presuroso de una escalinata y metiéndole el pecho a una versión de La yapa, que estuvo precedida por un movimiento de fusión de banda que destaca guitarra, bajo, batería, violín, teclados, percusión y bandoneón. Luego promedio el show con una interpretación a lo Santana de La vida, que acercó a su consejo de máxima (el que la gocemos a como dé lugar) con un Rojas enfervorizado. Y tras desfile de baladas, sayas y duelo de zapateo entre Jorge y sus hermanos (Lucio y Alfredo, que siempre ofrecen un confiable respaldo de voces, baile y simpatía), se acercó al final naturalizando su visión zumbiera de Lágrimas negras. Así es, el "todoterrenismo" de Rojas puede significar una traición para los puristas y pura dispersión para el analista musical quisquilloso. Pero que entretiene, entretiene. Ni hablar cómo a la multitud de 15 mil personas que bancó a Rojas hasta el cierre, con las pesadas gotas sobre el lomo.

Como sea, el mismo Rojas puede ofrecer un pasaje de Para cantar he nacido como fundamentación de su repertorio: "Si el canto no se levanta como la hoguera del fuego / si no libera las penas de los que están en la tierra / de nada sirve que suene la voz de la chacarera". Y también puede escudarse en la contundente Marca borrada, en la que revela que siempre sueña con regresar al "patio regao" de su casa norteña para cantar bajo la "enramada", una luna brillante y el rumor del Pilcomayo. Rojas sabe cómo acercar postales regionales.

Más de la lista de temas: El último deseo de Navidad, Otra pena, Por si volvieras, Sin memoria, No sabré de ti, Voy a celebrar y A sacar las penas.