lunes, 29 de enero de 2018

NOTA FOLKLORE CLUB - CRÓNICA EXCLUSIVA Una plaza que explotó, un patio que enciende y quema a los tibios y mucho más, en esta crónica.

La ciudad desde temprano, estuvo movida. Llegar a la Plaza, era un trámite un poco engorroso. Pero sin comparación, a la búsqueda de una butaca. Porque para las 22 hs, el público había completado gran parte de la Próspero Molina...

La consagración que da el público
Puntualmente, la fiesta empezó con la “danza que nos cuenta, con sus movimientos hermanando latitudes”; con la investigación de la antropóloga Silvia Barrios llevada al cuerpo, con el canto de Juan Iñaki estremeciendo; con el primero de los hermanos, cuyo canto indio la plaza conoce. Así Lucio “El Indio” Rojas, fue el encargado de abrir la séptima luna.

“El segundo de tres hermanos que vuela con alas nuevas, con historias llenas de tradición de su pago aguestre” salió a escena, para regalar “toda esa cultura nativa, que abrevó en su niñez”. Ese, que es “el sustento real del espectáculo”, se convirtió en el disfrute real del público.

Con canciones de su disco como Yo soy el Indio, Nunca es tarde, Eterno amor y algunas históricas, cantadas con su hermano Alfredo, la felicidad no solamente fue pedida, sino que fue palpada. En un escenario “de boca grande” para estar más cerca del público, pidió que siguiera la alegría. La misma que él demostró arriba del escenario y que lo convirtieron en uno de los candidatos a ser la Consagración coscoina.

Poner el cuerpo y el alma

El Ballet Folklórico Nacional, se hizo eco de eso de “contar con movimientos” y nos infló el pecho de semejantes artistas, danzando Juegos pampeanos y malambo, de El “Chúcaro” Santiago Ayala. La Provincia de Santa Fe, se mostró en postales muy interesantes y aplaudidas, donde lo musical y la historia tuvieron su lugar. Inspirado en “los originales”, consagrados en este Festival, hace 55 años. Fueron Los Trovadores: Carlos Pino, Eduardo Impillizeri, Gustavo Gentile y Eduardo Catena con canciones como Puente Pexoa. Otro ballet, el de la Escuela Provincial Isabel Taboga, fue encargado de poner el cuerpo a las canciones e ideas, que estos autores tuvieron en los ‘60. La revolución no sólo se piensa, sino que se dice. La innovación no sólo fue en las modas, sino en las postas que se van pasando, para construir identidad. Lo histórico con lo nuevo. El pasado con el presente, para pararse mejor frente al futuro.

A la par dúo (Elisabet Schmidhalter y Rodrigo Martínez), que fueron del gusto en el Pre Cosquín, llegaron para serlo también, cuando enero va terminado. Este dúo se las trae, porque trae entrega y estilo en cada versión, como La Jardinera, de Violeta Parra.

Los vientos de la trova patagónica, fueron la “realidad que avanzará”, y llegaron con Yoel Hernández que estuvo acompañado de Marité Berbel y Sergio Llancaman. La primera, protagonizó uno de los momentos más altos de esta edición de Cosquín, -el jueves - no solamente arriba del escenario, homenajeando al gran Jorge Cafrune, sino en la conferencia de prensa cuando cantó “Para Yamila” -Cafrune- y quedó registrada en Sadaic, por parte de sus hijas.

Pero hablábamos de Yoel y de su sueño, de estar en este momento cantando Niña del Sur, La Lelequera, entre otras. En esta noche, cuando cantó Todo el sur celeste y blanco, para que “no se olviden nunca que la Patagonia no es de los extranjeros; la Patagonia es nuestra y es argentina. La música de raíz patagónica, está teniendo más protagonismo. Y es algo que se celebra.

Un romance de 22 años
“La experiencia, para compartirla jubilosamente como un revuelo de poncho al viento” pero con la misma emoción de hace más de dos décadas. Eso traía Soledad, que lejos del poncho, regaló nuevos temas “que no todos conocen”, pero con “el gustito de la primera vez”. La sonrisa bien grande de ella, no daba lugar a dudas. Fue a festejar y así lo hizo.

Volverás, Solitos solos y Corazón Valiente, comenzaron con una lista no muy larga, pero que fue regalando temas históricos recién al final. Hubo un mix de chacareras, con arreglos eléctricos, que cantó con su hermana Natalia, un mix de zambas y hasta cumbias.

Al principio dijo que el show sería como “un encuentro de amantes: corto y fugaz”. Pero esto último jamás se cumplirá entre Cosquin y su hija pródiga.

Un lugar que se ilumina, que está conmigo, desafiando las razones y las uniones alrededor...
Cosquín no es solamente lo que pasa arriba del escenario, claro está. Es lo que pasa en torno a la Plaza. Es Silvia Majul llevando a Pachi Herrera, como a un hijo, para llegue a tiempo a destino.Ella lleva a todos así, como a la película Un Pueblo Hecho Canción, sobre Ramón Navarro. Una hija directa de su mente, pero también de su alma. Ese destino es la Peña oficial, donde va a tocar al igual que La Callejera, que está cumpliendo otro sueño. Es Rubén Patagonia, anticipando su show de sábado en La Salamanca, es el respeto por lo ancestral que se respira...

Cosquín es el Patio de la Pirincha, o la Piry. Así, en confianza. Porque así se está en ese pedazo de tierra, que ya no le pertenece. Que es de tod@s. En donde Mariano Luque se pone atrás del mostrador, a la par. Sí, así también va cocinando ser un referente, un cantor del pueblo, le toque o no actuar. Él sabe que su lugar es ese, este año, “abrazando y festejando el inmenso espacio ganado por la música independiente en su conjunto”. Así resiste, así remarca su presencia.

En el Patio, hay artistas como Lucas Heredia, que cuando canta Tonada de un viejo amor, lo hace como pocos. Pero que cuando habla también. Y cuando toca la guitarra con su “fuerza de brazos libres”, en la canción Raíz.

Entonces él canta y encanta, para “no ser iguales, a los que hacen la máquina de hacer chorizo, como los que gritan más fuerte para vaciar palabras”. Entonces respetando la palabra, empeña la voz para sanar y entender los sentidos. Deudas del ama y La casa de al lado, terminaron la lista. Para lograr que sea el tiempo de empujar el horizonte, otra forma de hablar de la utopía de Eduardo Galeano. Otra forma de abrazarnos, porque por más que estemos “apretados” y parezca “complicado abrazarse”, con Sergio Sánchez siempre se logra.

En la entrada del patio hay formularios, en donde se firma para que sea declarado de “Interés Cultural”. Ese pedido no es descabellado. Es un lugar único diferente, necesario. Si en la plaza Cosquin empieza a cantar, en el patio se dan los milagros…

El cosechador de emociones

Antes de que la Plaza disfrutara con Jorge Rojas, lo hizo con La Sacha Fuga, conjunto instrumental ganador del Pre Cosquín; Emiliano Monti y su guitarra; Nahuel Lobos, que regaló las canciones con las que ganó los espectáculos callejeros del año pasado y El Viejo Algarrobal, conjunto de malambo ganador del Pre Cosquín.

A 25 años de haber llegado al Pre - Cosquín, el festejo fue de Jorge. No sólo por su voz potente, no sólo por ser amo y señor del escenario, no sólo por la lista de temas que convirtieron al público en su cómplice, sino también por la emoción festivalera, que tuvo a su familia como protagonista.

A todo corazón fue su primer tema y lo que caracterizó al show. Un show en donde no sólo estuvieron su éxitos, sino nuevas apuestas como Lo que el tiempo me enseñó, del uruguayo Tabaré Cardozo. Los Fulanos fueron los primeros invitados, promediando el show. Pero en todo momento, los suyos estuvieron presentes. Como cuando contó que hace dos años, le dijo a Lucio que podían hacer un show propio y agradeció el recibimiento de Cosquín. El círculo, se cerraba con el “primer Rojas”, cuando la madrugada iba llegando. Antes de eso, hubo tiempo para unas coplas con Mariana Carrizo, que debería volver a estar en la grilla, y que fue muy festejado por la gente y por el mismo Jorge.

Antes del final, Rojas confesó que a veces se pregunta: “¿Qué hacemos otra vez aquí?”. A 25 años de su primera vez y de valorar cada vez más el contacto con los presentes, él tuvo la explicación, como la transmite arriba del escenario. “¿Saben qué siento? Que vienen como yo, a buscar la emoción de aquellas veces y la felicidad de haber vivido una noche más”. No está equivocado…